Friday, February 15, 2013


¿Qué le sucedió a John McClane?

La esencia de Duro de Matar se sustenta en varios ingredientes: la cercana y cínica personalidad de John McClane (que en parte es la propia identidad de Bruce Willis), secuencias de acción impresionantes, el ritmo que el director John McTiernan (Depredador, La Caza del Octubre Rojo) inició con la primera entrega, el sugerente score de Michael Kamen (Brazil) y, sobre todo, un villano de lujo. Lamentablemente, “Duro de Matar, Un Buen Día para Morir” carece de estos elementos y de Alan Rickman o de Jeremy Irons, quienes han sido los mejores antagonistas de Willis en la primera y tercera entrega de esta saga (las dos dirigidas por el propio McTiernan). Dicho antecedente no es menor porque el McClane de la quinta entrega luce perdido, más aún en medio de Rusia.

El estreno de “Duro de Matar” en 1988 lanzó a la fama a Willis y ciertas expresiones o lugares (como el ficticio Nakatomi Plaza) se convirtieron en parte de la cultura popular. Incluso, resulta casi imposible olvidar el enfrentamiento entre McClane y Alexander Godunov, el rubio secuaz de Alan Rickman en el primer filme. Las primeras dos entregas en torno al malogrado policía de Nueva York probablemente fueron parte de aquellas cintas pirateadas en VHS que reinaban en los clubes de video clandestinos o de barrios, y las exhibiciones de esta película en la televisión abierta seguramente las hemos visto -me incluyo- decenas o quizás cientos de veces. El McClane de las primeras tres partes siempre tenía que enfrentar lo imposible, a la vez que le importaba un comino las causas de los terroristas porque finalmente todas se centraban en el dinero.

Surgió la era digital y el entusiasmo por revivir la franquicia más de 10 años después del estreno de la tercera parte. En 2007 el cineasta Len Wiseman (Inframundo) sacó de su ostracismo, con cierto éxito, al famoso héroe de acción. Willis todavía se notaba cómodo en el papel y el malo de turno superó las expectativas (esta vez uno más intelectual a cargo de Timothy Olyphant). Sin embargo, el denominado quinto capítulo se nota demasiado forzado. Marco Beltrami es un gran compositor (Scream, Vivir al Límite)), pero en la quinta parte trata de emular descaradamente la música del fallecido Michael Kamen. A eso se suma la dirección de John Moore, cineasta que tiene habilidades para la acción, pero no para el desarrollo de historias bien contadas. Recordemos que él estuvo a cargo de dos vergonzosos remakes (El Vuelo del Fénix y La Profecía).

Bruce Willis aún está en forma, pero en “Duro de Matar, Un Buen Día para Morir” se ve y escucha lejano. Ni siquiera la relación con su hijo logra ser medianamente interesante. La película tiene secuencias de acción impresionantes como la del inicio en las calles de Rusia. Como espectadores somos testigos de la mejor técnica y pirotecnia de la industria hollywoodense. No obstante, el filme se siente vacío. Es una gran entretención de más de 90 minutos, pero carece de corazón, es decir, de la propia alma del otrora John McClane.

En “Duro de Matar, Un Buen Día para Morir” faltó olfato para escoger un mejor director, mejores secundarios, un villano de verdad y probablemente un escenario más pequeño (lo de Chernobyl fue excesivo y ridículo). La cuarta parte adelantó parte de dicho fenómeno con un McClane haciéndole frente a un F-16, lo que desconcertó a muchos fanáticos. Bruce Willis recientemente señaló estar dispuesto a realizar una sexta parte. Como fanático de la saga no me opongo, pero por favor que filmen una cinta con más criterio, con más cariño hacia el protagonista y con mayor respeto a quienes disfrutamos en el inicio de esta franquicia hace 25 años. Gracias a Dios que en la televisión abierta y en el cable suelen repetir, una y otra vez, “Duro de Matar” versión 1988. Por suerte, siempre podremos recordar buenos tiempos al ver la escena en que Alan Rickman cae del alto e imponente Nakatomi Plaza en cámara lenta, luego de los disparos del primer McClane, uno que quizá también pasó a mejor vida.

Título original: “A Good Day to Die” / Director: John Moore / Intérpretes: Bruce Willis, Jai Courtney y Sebastian Koch / Año: 2013.     

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