Saturday, August 15, 2009

La noche en que Aimee Mann me

cantó una canción


En esta página por lo general se escribe sobre cine, pero en esta ocasión haré una excepción con el primer concierto de Aimee Mann en nuestro país. Aunque pensándolo mejor la música de la ex ´Til Tuesday es más cinematográfica que muchas películas y no lo digo sólo por la composición del soundtrack de esa joyita que es Magnolia.

El Teatro Teletón estaba repleto de ávidos fanáticos que querían escuchar a una de las voces más representativas de la música indie estadounidense. Tal como lo dijo Marcelo Contreras, en su columna publicada en El Mercurio, la guapísima Aimee Mann apareció sobre el escenario con un look a lo Diane Keaton en Annie Hall que la hacía ver aún más atractiva a sus casi 50 años. Con apenas dos músicos, que ambientaron uno de los shows más íntimos de 2009, la rubia cantante de intensos ojos azules logró maravillar al público con su energética voz, la que nunca defraudó a pesar de un resfrío que la tuvo preocupada al inicio del show. Lógicamente tocó temas de Magnolia, cuyo punto más alto fue aquel himno de los outsiders que es “Save Me”, pero también nos regaló sorpresas de sus discos “Lost In Space”, “I´m With Stupid” y de su último trabajo “@#%&*! Smilers”.

El show de Aimee Mann fue una clase magistral de sobriedad, que estuvo ambientado con la lluvia invernal capitalina de fondo. La inspiración de Paul Thomas Anderson siempre se mostró empática y cercana al público y, sobre todo, demostró que los grandes artistas suelen ser aquellos que destacan por su humildad. Sin lugar a dudas, la intérprete de “Driving Sideways” es mi cantante favorita porque las letras de sus canciones son tremendamente honestas y cercanas, debido a que tocan la fibra de la nostalgia a través de melodías directas y carentes de artificios. Cuando tocó el tema “Little Tornado” sentí un nudo en la garganta y creo que dicha sensación se apoderó de todas las personas que estaban presentes en el Teatro Teletón, cuyo respeto se manifestó en un silencio casi sepulcral.

Nunca olvidaré este gran concierto y menos cuando este humilde columnista tuvo el coraje de ponerse de pie, para pedirle a Aimee Mann en nervioso inglés una canción casi al final de su presentación. Nada menos que “Invisible Ink” fue mi solicitud y la alta y delgadísima Mann ni siquiera titubeo. Tomó su guitarra y canto la canción que le pedí para mí y para todos los que estábamos presentes. En ese momento pensé que un bello ángel bajaba del cielo a cantarme. El momento fue casi cinematográfico.

Philip Seymour Hoffman dice en Magnolia que hay escenas que ponen en las películas porque suceden en la vida real. Bueno, eso fue lo que sentí cuando Aimee Mann cantó “Invisible Ink”. Después de eso no tuve nada más que decir porque la enorme sonrisa que se dibujó en mi cara, desde que salí del teatro hasta que llegué a mi casa, lo dijo todo.

2 comments:

Anonymous said...

Que bien. Te felicito.

Anonymous said...

Lucky bastard!!!!