Tuesday, August 15, 2006

LA COBARDÍA EN
TIEMPOS DE GUERRA

En las películas de guerra estadounidenses usualmente se privilegian dos temas: el patriotismo y el heroísmo. La consigna está en ir feliz a la guerra, porque el sudor y la sangre, y las “acciones que enaltecen la bandera”, sobredimensionadas por palabras que evocan grandes ideales, son suficientes para justificar la matanza de cualquier tipo de inocencia. Sin embargo, pocos cineastas se atrevieron a escudriñar en la disciplina y los vicios de la jerarquía militar. Este punto se puede ver ejemplificado en dos excelentes filmes que son parte de la década del 50`: “Ataque” (1956) de Robert Aldrich y “Senderos de Gloria” (1957) de Stanley Kubrick. Ambas películas fueron la respuesta ante temáticas que hasta ese momento cabían sólo dentro de lo “políticamente correcto” y que habían agotado los recursos estilísticos del cine bélico. Aldrich y Kubrick aportaron originalidad y frescura a uno de los géneros más productivos de aquellos años.
“Ataque” es la historia de un pelotón comandado por un capitán (Eddie Albert), cuya alta condición social lo condujo a un puesto no deseado y odiado. Estamos ante un relato sobre la cobardía encarnada en la figura del supuesto líder, quien sólo conduce a sus hombres a la muerte, debido a su cobardía y traumas de la infancia. El único soldado capaz de hablar por los caídos es el teniente Joe Costa (Jack Palance en uno de sus mejores papeles), quien presencia el miedo en los ojos y en la verborrea vacía de su capitán. Aldrich, realizador de grandes películas de acción (“El Vuelo del Fénix”) y dramas protagonizados por estrellas que intimidarían a cualquier director novato (Bette Davis y Joan Crawfort en “¿Qué pasó con Baby Jane?”) establece el conflicto en los primeros minutos del filme. La primera escena muestra la negativa del capitán para salvar a sus hombres, quienes perecen ante un nido de ametralladoras alemanas. La caída de un casco, de uno de los maltrechos soldados, se desliza por un sendero, mientras el teniente Costa toma conciencia de la deslealtad de parte del oficial al mando.
Este es el punto de partida para que Aldrich dedique gran parte de la cinta a la moralidad de sus personajes. Además de Albert y Costa está el coronel trepador (Lee Marvin) que sólo desea capturar lugares estratégicos, sin tomar en cuenta la pérdida de vidas humanas o la irracionalidad de determinadas acciones. El filme se adentra en las situaciones que alientan a los soldados a cuestionar a sus superiores y en cómo la tensión origina enemigos entre los que pertenecen al mismo bando. Así, el filme gana fuerza acercándose a un impensado final, para el año de su estreno, pero que logra reivindicar el valor de los muertos en el campo de batalla. Aldrich nos demuestra que el honor se mancha con sangre y la justicia, si bien yace en un acto cercano al sacrificio, también suele dejar dudas en el camino.
“Ataque” se situaba en plena Segunda Guerra Mundial. En cambio, Kubrick decidió colocar su relato en la lucha de trincheras de la Primera Guerra Mundial. “Senderos de Gloria” contiene parte de las obsesiones del director de “El Resplandor”: los escalafones sociales, en este caso dentro del ejército, la locura detrás de los comportamientos tenaces del hombre y el lenguaje cinematográfico ejemplificado en la utilización geométrica y purista de los espacios. Kubrick muestra como tres soldados son enjuiciados y ejecutados injustamente por el ejército. Representan a los “chivos expiatorios” de una cúpula militar ensimismada con el poder. La bestialidad de los cuarteles, adornados de solemnidad, no es más que la ausencia de la compasión vista desde la perspectiva fría y calculadora de elementos de guerra fallecidos en acción. En esta película hay escenas memorables como la del traveling que sigue al coronel Dax (Kirk Douglas), el único oficial leal a sus hombres, en su paso por las trincheras o la de los soldados abriéndose paso por la “tierra de nadie” en dirección a las posiciones enemigas.
“Senderos de Gloria” dejó tan mal parada a la milicia francesa, lo cual provocó que el filme fuera prohibido en Francia durante varios años. En ello jugó un papel clave las descarnadas caracterizaciones de George Macready y Adolphe Menjou como unos descorazonados generales que no dudan en mandar a sus tropas a una muerte segura. Kubrick, quien ya había filmado “Casta de Malditos”, brilló aún más con esta gran obra, cuyas ideas volvió a profundizar décadas más tarde con “Nacido para Matar”. “Ataque” y “Senderos de Gloria” son dos estupendos filmes que en los atribulados y conflictivos tiempos de hoy cobran mucho significado. Vale la pena revisarlos tanto por su mensaje como por su astuto lenguaje audiovisual. ¡Imperdible en cualquier dvdteca!



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