Wednesday, December 28, 2005

"It`s The Same Old Song"

¿Qué define a una película de culto? Las respuestas pueden ser varias. Tenemos el estilo cinematográfico, la estética, la temática o una historia que logró remecer al público perteneciente a un tiempo determinado. Existen varios ejemplos de estos filmes que han quedado en la retina del espectador: “Psicosis”, “La Pandilla Salvaje”, “Mad Max”, “Evil Dead”, “Escape de Nueva York” o “Blade Runner”. La mayoría de estas cintas alcanzaron un estatus casi obligatorio para poder comprender el trabajo de sus directores. Son películas que han sabido transmitir el sello audiovisual, semiótico y el carácter más personal de sus realizadores. Pero su impacto también obedece a circunstancias históricas, procesos psicológicos y cuestiones sociales que inquietan a la gente y que lograron encontrar un canal de expresión por medio de las imágenes en la pantalla grande.
“Simplemente Sangre” pertenece a esta clasificación cinematográfica. Es el filme, por excelencia, de culto de los hermanos Coen. Es de esas películas que poseen un sitial particular dentro de la filmografía de sus autores. Se estrenó en 1984 justo cuando la audiencia necesitaba historias más complejas y estilizadas. A mediados de los ochenta resurgió un austero revival por el cine de autor. Éste había quedado casi sepultado en EE.UU. a fines de los 70`, debido a los blockbuster de Spielberg y de Lucas. “Simplemente Sangre” brindó un impulso al, en ese entonces, alicaído cine independiente. Con mucha inventiva Joel y Ethan Coen escenificaron una trama que costó un poco más de US$1.5 millones y que cautivó tanto al público como a la crítica.
El debut cinematográfico de los Coen se inscribe dentro del thriller. Sus raíces audiovisuales se pueden identificar en el cine negro y en el género de suspenso. Lo que hace distinto a “Simplemente Sangre” es su solapado humor negro (profundizado en filmes posteriores tales como “Fargo” y “El Hombre que Nunca Estuvo”). La fatalidad predomina en cada uno de sus encuadres, los que destacan por el uso del contraste y por algunos planos que evocan lo mejor del cine hichkoniano. Estas características adornan la historia de un crimen pasional situado en Texas. Abby (Frances MacDormand) huye de su celoso esposo, Marty (Dan Hedaya), quien trama el asesinato de ella y de su amante (John Getz).
Los Coen son expertos en la utilización de la economía en los diálogos (gracias también al aporte del lacónico soundtrack incidental a cargo de Carter Burwell). No cansan al público con extensivas explicaciones, si no que prefieren aprovechar las oportunidades que entrega la imagen. Su cine siempre ha estado marcado por los primeros planos. Son estos los que reemplazan la palabra, ya que son más simbólicos y permiten situarse, en un nivel más íntimo, dentro de la moralidad de sus personajes. Estos suelen provocar la maldad, si bien nunca salen impunes. Al contrario, siempre les espera una final trágico, donde las coincidencias y la suerte juegan un factor clave, aspecto amparado en los detalles (sobre todo en los simbólicos pescados que se pudren).
“Simplemente Sangre” también vuelve a la tesis que Hitchcock filmó en “La Cortina Rasgada”, ya que ambas películas muestran lo difícil que es matar a una persona. Los Coen trabajan la angustia que significa asesinar. Predomina un especial cuidado por transmitir la emotividad detrás de la sangre, la que termina por confundirse entre santos y villanos (en especial en la destacable caracterización de M. Emmet Walsh, quien personifica a un despreciable investigador privado).
“Simplemente Sangre” es la sangre derramada a causa de nuestras debilidades, pecados y egoísmos, pero los Coen, como pocos directores, saben mostrar la crueldad, la ironía y la belleza detrás de los instintos más primitivos e insensatos del hombre. La misma canción que se repite una y otra vez en la historia y en los lugares más reconditos de este planeta.
Título: “Simplemente Sangre” (“Blood Simple”) / Año: 1984 / Director: Joel Coen / Productor: Ethan Coen / Guión: Joel y Ethan Coen / Intépretes: Frances McDormand, John Getz, Dan Hedaya y M. Emmet Walsh.

Tuesday, December 13, 2005

Noche Bizarra

A veces deseamos escapar de nuestra irremediable vida. Llega el punto en que nos sentimos como animales enjaulados al servicio de estúpidas rutinas, las que terminan por prescribir tanto acciones como pensamientos. En esta apática vorágine vamos descubriendo que somos seres insignificantes, que colindan con el tedio y el conformismo. Pero a veces la vida nos entrega la oportunidad de conocer otra realidad algo más oscura, errática y bizarra.
“Después de Hora” es un viaje fantástico por las calles de Nueva York -en especial por las calles del barrio cultural del Soho- cuyo protagonista, un oficinista llamado Paul Hackett (Griffin Dunne), experimenta la más extraña noche de su vida. Lo que parecía ser el intento por una conquista amorosa termina siendo una montaña rusa de emociones, de descontrol y frenético ritmo. Martín Scorsese estrenó este filme en 1985, logrando obtener la Palma de Oro en Cannes al mejor director. Incluso, el realizador de “Toro Salvaje” ha señalado que esta cinta le devolvió su pasión por el cine, ya que se sentía muy defraudado al no haber podido filmar “La última Tentación de Cristo” (película que finalmente pudo dirigir en 1988).
Scorsese siempre ha sido un gran admirador de Nueva York. Se puede apreciar su predilección por mostrar a la fauna que deambula cada noche por sus calles (“Taxi Driver”, “Calles Peligrosas” o “Buenos Muchachos”). Siempre la oscuridad, apenas iluminada por los anuncios de neón, es el ambiente en que sus personajes se cruzan y dan a conocer tanto sus tormentos como obsesiones y fatalidades. La noche es un protagonista, cuyo principal objetivo es distorsionar la realidad. Bajo el cielo estrellado o bajo la lluvia encarnizada suceden crímenes. La locura de los que viven casi muertos durante el día surge en la oscuridad. Estamos ante el mundo olvidado; ese que despierta nuestros más horribles secretos y excentricidades.
“Después de Hora” retrata a distintos personajes que se encargan de desquebrajar la vida de Hackett (a partir de la bella escena en que recibe unas llaves, la que simbolizan la entrada a este mundo desconocido). La historia es una comedia negra, en la que el tiempo se confunde en un sueño. Cada movimiento de cámara y cada situación buscan comunicar un sentido surrealista, casi de fábula. Todo es una rareza. Paul Hackett sólo desea escapar y volver a la realidad en la que todo se da por sentado. Sin embargo, está atrapado en un puzzle acotado por la paranoia. Dicha característica consigue potenciarse gracias a la exquisita música incidental compuesta por Howard Shore (“El Silencio de los Inocentes”, “Ed Wood”).
Scorsese debería volver a dirigir pequeñas joyitas como “Después de Hora”. La intimidad del cine independiente le permite entregar lo que no ha podido en grandes producciones como “Pandillas de Nueva York” o “El Aviador”. Lo más plausible de “Después de Hora” está en que representa algo que todos hemos vivido o deseamos experimentar alguna vez: una noche de absoluta locura. Son estas experiencias las que hacen que nuestra vida sea distinta e inolvidable.
Título: Después de Hora (“After Hours”) / Año: 1985 / Director: Martín Scorsese / Intérpretes: Griffin Dunne, Rosanne Arquette, Teri Garr, Linda Fiorentino, Verna Bloom, John Heard y Catherine O´Hara.

Saturday, December 10, 2005

Mentalidad Codiciosa

Todos los seres humanos recibimos a diario cientos de imágenes adulteradas, cuya finalidad radica en el consumo. Las grandes corporaciones rigen nuestro comportamiento, nos han enseñado cómo pensar y también cómo actuar. Las marcas y sus respectivas estrategias de marketing han conseguido metamorfosear los sentimientos del ser humano, a la vez que han provocado una grave fisura en el sentido humanitario tanto de ejecutivos, accionistas, gerentes, entre otros. El documental “La Corporación” muestra por medio de una exhaustiva investigación y elaborados recursos técnicos las falencias y el perfil psicológico casi criminal de las grandes empresas multinacionales, donde queda en evidencia la codicia de sus dueños y la subordinación gubernamental hacia estos grandes conglomerados. La obra es bastante reveladora y entre sus cualidades está en relacionar a las corporaciones con motivaciones egoístas y, a veces, fraudulentas. Este detalle no es menor, ya que en EE.UU., amparándose en la enmienda 14 que otorgaba derechos civiles a la población afroamericana, las corporaciones obtuvieron el estatus de personas jurídicas. Eso significa que pueden vender, comprar, demandar, o sea, tienen los mismos derechos que el común de los mortales; estatus que se ha expandido en la mayoría de los países, sobre todo en los pertenecientes a la visión occidental. Dicho dato nos lleva a la primera y más importante premisa del documental: las corporaciones tiene privilegios y mucho poder y libertad de acción. Sin embargo, carecen de conciencia moral, ya que actúan según el deseo interminable de acumular dinero. Generar ganancias es la única luz que ilumina su camino.
Pero “La Corporación” no sólo sustenta sus hipótesis en análisis psicológicos, sino que también se atreve a desnudar, mediante pruebas fehacientes, la corruptibilidad del sistema corporativista, donde los habitantes del Tercer Mundo son los principales explotados. Quizá todo se resume en el concepto de la externalidad que significa deshacerse de los problemas, transferir responsabilidades y abocarse a encontrar posibles chivos expiatorios (los más comunes suelen ser los despidos masivos).
Los realizadores Jennifer Abbott y Mark Achbar avalan su investigación en los relatos de importantes economistas (El fallecido ganador del premio novel, Milton Freidman, es uno de ellos), académicos, ambientalistas, agentes de mercadeo, corredores de Wall Street, periodistas y filósofos. Incluso, el documental también da espacio para los propios empresarios y dueños de importantes corporaciones, quienes dan a conocer su experiencia profesional, además de indicar las implicancias sociales en el mundo globalizado actual de los negocios que representan.
“La Corporación” muestra un estilo de vida, donde no es extraño encontrar a personas que celebran la caída de la Torres Gemelas, debido al aumento del precio del oro o a ejecutivas que se dedican a crear estrategias de marketing orientadas a que los niños fastidien a sus padres, para que estos les compren juguetes o comida chatarra. Pero esta forma fría y calculadora de controlar la vida no sólo cohesiona la voluntad de los consumidores. El filme evidencia la cada vez mayor presión contra los periodistas, cuyo trabajo termina siendo coartado por las mismas cadenas noticiosas, debido a que son corporaciones mediáticas. Éstas se ven presionadas por los auspiciadores. Así, no importa censurar reportajes sobre una empresa química que contamina con peligrosos componentes la leche que consumen miles de niños. Esto nos lleva a la complejidad del mundo corporativista del siglo XXI, donde definir las acciones empresariales es algo muy difícil, ya que hoy en día tópicos como la responsabilidad social, en varias ocasiones, sólo obedece a un instinto de sobrevivencia y no a un real convencimiento por hacer cosas que ayuden al bien común. El impacto de las corporaciones está presente en cada día de nuestra vida, aspecto que se puede constatar en la negativa sobreexplotación ambiental a manos de ciertas compañías. Hacer negocios no es un delito, pero si lo es cuando los valores sociales se subordinan a las transacciones comerciales. La clave de este dilema lo señala el documentalista Michael Moore, quien cataloga a la codicia como la principal arma de las corporaciones, si bien esta filosa defensa también podría, en un futuro cercano, llegar a cortar la garganta de sus propios dueños.
Título: La Corporación (“The Corporation”) / Año: 2003 / Directores: Jennifer Abbott y Mark Achbar.

Friday, December 09, 2005

Suspenso de Mentira


Nadie puede discutir que Jodie Foster es y ha sido una de las mejores actrices de los últimos 20 años. Su promisorio debut en “Taxi Driver”, en 1976, la dio a conocer al público como un talento precoz, logrando ponerse al mismo nivel que su copratogonista, Robert De Niro. La doble ganadora del Oscar supo dejar huella. Sus interpretaciones en “Acusados” y en “El Silencio de los Inocentes” la sindicaron como la nueva Meryl Streep. Además, la fundadora de la productora Egg ha incursionado con éxito en la dirección. “Mentes que Brillan”, su primer largometraje, tuvo buena recepción de parte de la crítica, debido a la historia de un niño genio. La propia Foster reveló que basó su cinta en algunos aspectos autobiográficos. Todo esto aumentó el aura de misterio que siempre ha rodeado a la intérprete, a lo que se suma sus estudios en la prestigiosa Universidad de Yale. La protagonista de “Nell” es un caso atípico dentro de Hollywood, debido a su preparación universitaria y a su alto nivel intelectual; cualidades que han intimidado al mismísimo Mel Gibson con quien trabajó en “Maverick”.
Pero Foster cada vez actúa menos, ya que estrena un filme cada dos o tres años. En las entrevistas, que rara vez suele conceder a los medios, ha señalado que está cansada tanto de la industria como del trato farandulero de los tabloides. Tales motivos la han obligado a conservar un bajo perfil. Su última cinta fue “La Habitación del Pánico” (2002), si bien tuvo una pequeña participación en “Amor Eterno” de Jean-Pierre Jeunet, en 2004. Este año Jodie Foster vuelve a las pantallas con “Plan de Vuelo”. Lo que prometía ser un thriller estilo hitchkoniano termina por convertirse en una obra fallida, casi ridícula que colinda con situaciones inverosímiles.
El cine suele vender mundos extraños y mágicos. Sin embargo, nos creemos el cuento, ya sea el que proviene de una saga como “El Señor de los Anillos” o de las motivaciones sexuales y corporales del cine de Cronenberg. En cambio, con “Plan de Vuelo” todo parece tan de mentira. El argumento sobre una madre que pierde a su hija en un gigantesco Boing comercial pudo haber resultado si todo se hubiese tratado de un capítulo de la Dimensión Desconocida, lo que lamentablemente no es así. El suspenso se basa en la expectación, en la creación y utilización de los ambientes y en la ansiedad de los propios protagonistas. Después de la paranoia del 11/9, donde la industria aeronáutica tuvo su peor momento, “Plan de Vuelo” podría haber tenido mejores pilares donde sustentar su carga dramática. Algo de eso hay, pero no lo suficiente. El filme parte bien y el director alemán Robert Schwentke consigue imprimir profundidad narrativa en las primeras escenas. El problema surge cuando estamos encerrados en el avión. Éste emprende vuelo, mientras que la película, a medida que nos acercamos al final, se desinfla con rapidez y cae estruendosamente a tierra. Hay un par de buenas escenas de acción, pero la trama resulta demasiado enmarañada. En el cine de suspenso los motivos a veces no importan mucho. En “Plan de Vuelo”, cuya flaqueza es el suspenso, los motivos son ridículos, pero más aún la carencia de dificultades para el villano y el hecho de que desaparezca una niña sin que ningún pasajero se haya dado cuenta. Estos son los hechos que más incomodan y que pueden llegar a irritar al espectador, los que pueden sentirse subestimados con la trama. Eso es lo más grave del filme de Schwentke. Además, el final se empapa en actitudes heroicas acompañadas por la música incidental, a estas alturas, empalagosa, carente de inventiva y oscarizada de James Horner (“Titanic”).
“Plan de Vuelo” hubiese tenido mejor suerte al no desaprovechar secundarios como Sean Bean o al habérsela jugado por un final más oscuro. La fatalidad pudo haber salvado a esta película. Sin embargo, no fue así. Ni siquiera el pedigrí interpretativo de Jodie Foster pudo evitar la destrucción del avión.
Título: Plan de Vuelo (“Flighplan”) / Año: 2005 / Director: Robert Schwentke / Intérpretes: Jodie Foster, Peter Sarsgaard, Erika Christensen y Sean Bean.