Friday, September 02, 2005


La Voracidad
de los Muertos

Cuando se estrenó “La Noche de los Muertos Vivientes” (1968), de George A. Romero, los zombies eran la representación, entre otras cosas, de la incipiente fiebre consumista y del mundo polarizado de la guerra fría. Aquel filme, aparte de sus imágenes viscerales y de su marcado estilo visual vanguardista, significó un estudio sobre la sociabilidad del hombre moderno. Un grupo de personas encerradas en una casa, las que luchaban por sobrevivir contra cientos de zombies hambrientos y desesperados por la carne humana, personificaban, implícitamente, tópicos como el racismo y la política, pero lo más sobresaliente era la utilización del miedo. Romero imprimió temor a su película no sólo hacia sus monstruos, sino a lo desconocido. El dominio de lo incierto, detrás de los límites de lo racional, siempre ha sido el aspecto que ha determinado tanto al hombre de las cavernas como al ciudadano corporativo actual. En “La Noche de los Muertos Vivientes” el origen del virus que consigue “distorsionar” el mundo de los vivos -aunque tampoco se sabe si es una enfermedad- es un pretexto para mostrar la depredación natural entre los hombres, cuya manifestación es la lucha por la sobrevivencia. Esta es una pelea “codo a codo” entre aptos y no aptos.
Con “Tierra de los Muertos”, situada tres años después de “La Noche de los Muertos Vivientes”, Romero agrega un cuarto capítulo a su famosa trilogía sobre zombies (las otras dos eran “El Amanecer de los Muertos Vivientes” de 1978 y “El Día de los Muertos Vivientes” de 1985). Después de varios años de una escasa carrera cinematográfica (quizá su último gran trabajo para la pantalla grande fue “La Mitad Siniestra” de 1993 basada en una novela de Stephen King), el director de la hilarante “Creepshow” vuelve a la pantalla grande con el apoyo de un poderoso estudio (Universal). Este detalle marca una diferencia respecto de sus anteriores filmes. Ahora Romero tiene a su disposición más recursos pirotécnicos y “sabrosas” secuencias de cine gore, pero se echa de menos su valor artesanal y su capacidad trasgresora de antaño. Falta la inquietud y el estado de ansiedad que el director de “Martín” supo provocar en el público de las décadas de los 70´ y de los 80´.
El argumento de la “Tierra de los Muertos” gira en torno a una ciudad sitiada por “muertos vivientes”. Aquí se encuentra lo más interesante del filme, ya que Romero profundiza en la estrecha relación entre los humanos indeseables de la ciudad y los zombies. Ambos grupos sólo desean buscar un lugar donde vivir. La premisa del filme se centra en el concepto de la aceptación, cuya más alta jerarquía en el escalafón social está representado en un edificio, el que cobija a los más privilegiados. Este último “bastión del progreso” subsiste en un mundo apocalíptico amparado en las sombras y en la carroña dejada por un pasado casi olvidado. La torre no es más que la fantasía resplandeciente de una clase selecta que prefiere negar la trágica realidad sobre una tierra poblada por zombies.
Otra “vuelta de tuerca” en el filme es la idea de que los zombies ya no son simples seres torpes en busca de sesos humanos. Los zombies del nuevo milenio pueden pensar. Estos desean ser como eran antes, ya que intuitivamente anhelan la cotidianeidad que conocían cuando vivían. Romero incorpora el concepto de la evolución, pero también se encarga de denunciar la degradación propia de los seres humanos escondida detrás de un edificio-ciudad que se mantiene gracias a las huellas del pasado. Pero a pesar de todas estas reflexiones y dobles lecturas a “Tierra de los Muertos” le falta corazón. Es una buena película clase B, de primera calidad, y que tiene una buena dotación de actores secundarios (Simon Baker, Dennis Hopper y John Leguizamo), pero que sangra más por su espectáculo visual que por la virtud autoral que escenificó Romero, por primera vez y con hábil maestría, a fines de los sesenta.
Título: Tierra de los Muertos (Land of Dead) / Año: 2005 / Director: George A. Romero / Intérpretes: Simon Baker, Dennis Hopper, John Leguizamo y Asia Argento.

1 comment:

Jay said...

Human beings have a fundamental potential for greatness.. we act either constructively or destructively.

Ted
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