Tuesday, December 07, 2010

Two Mules for Sister Sara

La experiencia al ver un buen western puede compararse a la de tomar un whisky de gran calidad. Te deja un gusto que permanece por mucho tiempo y, sin duda, consigue despabilar todos tus sentidos. Este género siempre me ha gustado porque tiene la capacidad para sostener relatos intimistas, además de grandes epopeyas, en un ambiente que representa la lucha por la soberanía del ser humano en un territorio que usualmente es hostil.

La vastedad de la pradera, la habilidad para arriar ganado, el patrimonio de la tierra, la protección de la familia, la nostalgia de las cabalgatas al atardecer, el surgimiento de nuevas ciudades y, finalmente, la conquista del oeste americano son algunos de los principales símbolos del western, el único y genuino género del cine estadounidense que sustentó gran parte de los cimientos de la cinematografía mundial.

Desde los tiempos de “La Diligencia” (John Ford), y mucho antes, el western fue madurando a nivel visual y narrativo. Los clásicos enfrentamientos entre la caballería montada y los comanches dieron paso a historias más íntimas en torno a grandes hacendados, y a temáticas relacionadas con la corrupción de la justicia y las tribulaciones de héroes y villanos, así como la temeridad y cobardía de vaqueros enceguecidos por la codicia. El western es esto y mucho más, sobre todo porque representa el terreno en donde nos podemos encontrar a nosotros mismos, lo que somos y lo que podemos llegar a ser a partir de nuestros miedos y virtudes.

“Two Mules for Sister Sara” contiene algunas de las características señaladas, pero propiamente tal es una comedia contextualizada en un western. También es un `buddy movie`, definición popularizada en los años ochenta con sagas del tipo “Arma Mortal”, pero que para esta película calza perfectamente. Los protagonistas son una monja (Shirley Maclaine) y un buscavidas (Clint Eastwood), quienes deben enfrentar diversas aventuras para ayudar a un ejército de soldados revolucionarios mexicanos en su lucha contra tropas colonialistas franceses. Ambos personajes destacan por sus diferencias y, en particular, por la química entre McClaine y Eastwood. En la época en que se rodó el filme (1970) el realizador de “Los Imperdonables” estaba buscando cimentar su libertad creativa luego de su exitosa participación en la “Trilogía del dólar” (“Por un Puñado de Dólares”, “Por unos Dólares más”, “El Bueno, el Malo y el Feo”), la que fue dirigida por el gran cineasta italiano Sergio Leone.

“Two Mules for Sister Sara” estuvo bajo la batuta de Don Siegel, director que se convertiría en uno de los principales colaboradores e influencias en la carrera posterior de Eastwood, y que actualmente es reconocido por obras de la talla de “Invasores de Usurpadores de Cuerpo”, “Dirty Harry” y “Alcatraz, Fuga Imposible”. Lo interesante de esta obra se encuentra en sus constantes guiños al “Spaghetti Western”, lo que se puede apreciar, por dar algunos ejemplos, en el score de Ennio Morricone y en la utilización de algunos encuadres influenciados por dicho estilo cinematográfico. En cuanto a su historia, esta presenta ciertas deficiencias. Sin embargo, el equilibrio interpretativo entre Eastwood y Maclaine consiguen superarlas. De este modo, son los momentos en que ambos protagonistas comparten escena cuando disfrutamos al máximo del filme, que en manos de otro director y actores podría haberse transformado en una mera declaración de buenas intenciones. “Two Mules for Sister Sara” está lejos de ser un western perfecto, si bien tiene la capacidad para posicionarse como una película entrañable.

Otro aspecto interesante es la caracterización de Eastwood, quien emula en parte al “hombre sin nombre” de las obras de Leone. En “Two Mules for Sister Sara” tiene un nombre (Hogan) y en sus intervenciones es mucho más expresivo, pero finalmente la templanza y actitud de Eastwood son los elementos que han hecho de él, hasta el día de hoy, una leyenda de sí mismo. El veterano actor y director surgió en los sesenta como una alternativa más representativa de la juventud contestataria de aquellos años, la que estaba algo cansada de la figura patriotera y discursiva de John Wayne.

A lo anterior se suma la comicidad de Shirley Maclaine, quien logra enternecer con su disfraz de monja, a la vez que asume la fortaleza y vulgaridad de su verdadera identidad. En 1969 McClaine estaba en el máximo de su popularidad y su talento como actriz le proporcionó a Eastwood la posibilidad de incursionar en nuevos registros como actor.

“Two Mules for Sister Sara” es la aventura de dos personas que son parecidas tanto en sus faltas como en sus virtudes. Aquí no prima la moralidad o las moralejas, pero si el sentido de entretención y espectáculo propio del western, un género que proliferó en la década del 50` (más de 50 producciones al año) y del que hoy apenas se estrenan un par de filmes. El trabajo de Don Siegel nos recuerda la grandeza de las historias de vaqueros, de aquellos que eran esperados por el público cuando debían enfundar su arma. “Two Mules for Sister Sara” es una obra que fácilmente se recuerda con alegría y también con la nostalgia de otros tiempos.

Título original: “Two Mules for Sister Sara” / Director: Don Siegel / Intérpretes: Clint Eastwood y Shirley Maclaine / Año: 1970.

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