Sunday, May 21, 2006

“GRIZZLY MAN”

Timothy Treadwell deliraba por los osos hasta que uno lo devoró a él y a su novia. Uno de los animales más temidos, feroces y fuertes de la naturaleza era el objeto de estudio de un hombre que pasó trece veranos estudiándolos. Pero a diferencia de biólogos, naturistas y ambientalistas, Treadwell vivía, nadaba, comía, reflexionaba, soñaba y respiraba codo a codo con los osos grizzly. Quería ser uno de ellos, ya que consideraba que su condición de humano era a veces detestable, ya que los habitantes de la “civilización” no comprendían la importancia casi metafísica del ser viviente más primitivo de los bosques y parajes de Alaska. La locura desbordante de Treadwell, registrada en las más de cien horas de video que grabó durante sus estadías cerca de los osos, atrajo la atención del cineasta Werner Herzog, quien también conocía el significado de las obsesión del hombre.
El director de “Aguirre, La Ira de Dios” se sintió cercano a la historia del malogrado “guardián del santuario de los osos”, aspecto retratado en un documental que estructuró a partir del legado audiovisual de Treadwell. Incluso, Herzog relata en uno de los segmentos de su obra el haber visto y experimentado algo similar durante su vida. Aunque el realizador no lo menciona en forma explícita, Treadwell bien podría ser la reencarnación de Klaus Kinski en persona, debido a que ambos fueron personajes cuyas complejidades podían llevarlos tanto a la armonía como a la autodestrucción.
Está claro que ésta no es una pieza audiovisual fácil de digerir. Es demasiado cruda y hasta cierto punto la irracionalidad de los actos de su protagonista también dan cuenta de la belleza detrás del peligro. Sin embargo, Herzog, además de mostrarnos las motivaciones y orígenes detrás de Treadwell, nos advierte sobre su delirio. Aquí no estamos ante la imagen idílica del Quijote que cabalga raudo contra un molino. Al contrario, “Grizzly Man” representa la delgada línea entre la idealización y los sueños, que en definitiva no es más que el límite físico entre la vida y la muerte.
El director de “Fitzcarraldo” no sólo da cuenta de la meticulosidad como cineasta de Treadwell, si no que también nos conduce por su búsqueda de sentirse parte de algo, de su amor a la naturaleza y de la necesidad de un propósito en la vida, donde la cámara pasa a convertirse en el único confidente de su atrevido dueño. El lente registra osados acercamientos al mundo de los osos, pero también capta frustraciones, obsesiones y la fatalidad en carne propia. “Grizzly Man” es Aguirre que habla en boca de Treadwell y es Herzog llorando su muerte.
Título: Grizzly Man / Año: 2005 / Director: Werner Herzog.

1 comment:

Anonymous said...

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