Wednesday, March 15, 2006

EL RETORNO DE UN ARTESANO


Roman Polanski probablemente es uno de los precursores de la crueldad en la pantalla. Sus personajes suelen escenificar la crapulencia del ser humano y sus imágenes deleitan los sentidos a través de la perversión y el horror. Ciertos hitos convergen en su filmografía: sus recuerdos en el gueto de Varsovia cuando era pequeño, en la Segunda Guerra Mundial; el asesinato de su mujer embarazada, la actriz Sharon Tate, a manos de Charles Manson y la orden de arresto que podría enfrentar en caso de pisar suelo estadounidense, debido a una supuesta relación sexual con una menor de 14 años (en 1974). Así, el realizador de “El Inquilino” se parece a un errante y trastocado vagabundo, ya que lleva a cuestas innumerables tragedias, deambulando de un lugar a otro. Emigró de Polonia cuando era joven, se escapó de EE.UU. y acostumbra vivir en distintas partes de Europa, si bien ha señalado que uno de sus lugares favoritos es Francia. Estas experiencias han formado un cineasta cuya obra ha entregado a los
espectadores tanto grandes lecciones cinematográficas (“Cuchillo en el Agua”, “El Bebé de Rosmery” y “Chinatown”) como filmes imperfectos que han sido parte de los fracasos más emblemáticos en las boleterías de todo el mundo (“Piratas”).

Con “Oliver Twist”, Polanski aprovecha una novela de Charles Dickens para volver a encantarnos con ciertos tópicos recurrentes en su obra: la iniciación en el mal y la amoralidad que es pan de cada día en la vida de los mortales. En el joven Oliver (Barney Clark) está presente el muchacho bondadoso que por medio de la inocencia, simbolizada en un lacónico y desventurado rostro, sobrevive en la incivilizada Inglaterra de fines del siglo XIX. Sin embargo, aquella virtud termina siendo engullida por la maldad. Es un viaje desde lo rural, donde ya se ven vestigios del salvajismo que Polanski acostumbra mostrar en los adultos, hasta la ciudad; refugio de ladrones, estafadores, prostitutas y asesinos.

A primera vista, “Oliver Twist” es el filme más familiar de Polanski, pero detrás de algunas lúdicas y esperanzadoras escenas, que producen momentos hilarantes y enternecedores, se esconde una segunda lectura que colinda con los terrenos más destructivos del hombre . En esta densidad encubierta, que dista bastante de las correctas adaptaciones de la novela de Dickens a manos de David Lean y Carol Reed, se encuentra la esencia del director de “El Pianista”. Algunas imágenes que ilustran esta condición son las que muestran el halo vengativo y sangriento de Bill Sykes (Jamie Foreman), en especial cuando trata de matar a su perro.

Polanski nos ha entregado momentos de sublime perturbación, donde la fatalidad y un dejo de ironía son elementos esenciales en las estructuras de sus historias. El director de “Tess” pertenece a la última vanguardia vigente de aquellos directores-autores que dejaron huella en el cine de los sesenta y setenta (De Palma, Chabrol, entre otros). Quizá “Oliver Twist” no pertenezca al panteón de las obras que se citan al mencionar su nombre, pero podría clasificarse dentro de aquellas pequeñas grandes obras como “La Danza de los Vampiros” y “La Muerte y la Doncella”. Mención aparte merecen la estupenda caracterización de Ben Kingsley -quien sobresale por la dualidad y locura de Fanin- y la música incidental de Rachel Portman, quien es probablemente la compositora más subvalorada de los últimos años.
Título: Oliver Twist / Año: 2005 / Director: Roman Polanski / Intérpretes: Barney Clark, Ben Kingsley y Jamie Foreman.

1 comment:

charlancastor said...

Buen comentario Julio, buena información


¿y te gustó la pelicula?

Carlos.