Monday, October 26, 2009

“The Long Goodbye”

Robert Altman fue uno de los directores emblemáticos del cine americano de los 70´ a través de filmes como Mash (1970) y Nashville (1975), los que sentaron cátedra al oficializar la narración coral en el cine, y que en décadas posteriores consolidó en cintas como The Player (la mejor sátira jamás filmada sobre Hollywood), Short Cuts y Gosford Park. Este tipo de narraciones, donde la historia es el hilo conductor a través de varios protagonistas, determinaron el legado de Altman, además de identificarlo como a uno de los directores más críticos y mordaces de la sociedad estadounidense.

Después del aplauso unánime de la crítica obtenido con Mash y con el western revisionista McCabe y la Señora Miller, Altman deseaba llevar al cine al célebre detective privado Philip Marlowe. Dicho personaje, popularizado por el escritor Raymond Chandler, fue asociado hasta los setenta con los arquetipos del cine negro: hombres solitarios, lacónicos y silenciosos que siempre suelen enredarse en casos que involucran traiciones, femmes fatales y muchos cigarros en la boca. Robert Altman conservó dichos elementos en “The Long Goodbye”, tanto en la estupenda caracterización de Marlowe a cargo de Elliott Gould como en la ambientación del filme, pero tuvo la valentía de situarlo en medio de las diversidades culturales y modas de los 70´.

En un sobrio traje azul oscuro el Philip Marlowe de Gould transita por las calles y playas de Malibú bajo el eterno sol californiano. En esta ciudad artificial, poblada de maleantes caricaturescos y hippies amantes del yoga y de la meditación, Robert Altman consigue reinventar la prosa de Chandler, pero sin dejar de lado la sagacidad propia del género detectivesco, siempre estilosa y repleta de los eufemismos de un hombre que no está ni arriba o debajo de la sociedad, sino sentado cómodamente en la periferia del establishment. Es un cínico que se mueve y actúa de acuerdo a su ley.

Lo que convierte a “The Long Goodbye” es un filme tan encantador se origina en la personalización de la obra porque tanto su soundtrack, ambiente y diálogos corresponden a una extensión del propio Marlowe, siendo sus reflexiones en primera persona lo que termina por definir al resto de los personajes del filme. En todas las escenas está presente el protagonista y aquella percepción que Marlowe tiene de los demás se transfigura y es asimilada por los propios espectadores. Lo anterior demuestra que Robert Altman consiguió con “The Long Goodbye” su trabajo más personal, porque en ésta película, a diferencia de sus historias corales, el director habla y piensa a través de un sólo personaje.

“The Long Goodbye” es una película tremenda y corajuda, y que a pesar de sus más de 30 años de vida aún mantiene su magia y vigor. Estamos hablando de un filme grande, de culto, entretenido y sin pretensiones, cuya edición especial en DVD, que incluye muy buenos documentales, es un manjar para el paladar. Ojo con la entrevista al director de fotografía Vilmos Zigmond (Encuentros Cercanos del Tercer Tipo), quien creó para “The Long Goodbye” un revolucionario sistema de exposición del celuloide. ¡Imperdible!

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