Lost: las decisiones que tomamos
Los seis años de “Lost” mantuvieron la atención de millones de espectadores. Aunque el impacto y la vigorosidad de los primeros 24 capítulos no siempre se repitieron en las siguientes temporadas, la totalidad de la serie como una sola unidad demostró la fortaleza de su narración coral. La mayoría de los fanáticos, críticos y detractores de la creación de J.J. Abrams se refirieron, principalmente, a las sorpresas que tenían que enfrentar los sobrevivientes de un accidente aéreo en una isla desconocida. Dichos elementos hicieron de “Lost” un acontecimiento televisivo, si bien su éxito se originó en la complejidad de las historias de sus protagonistas.

Gracias a “Lost” experimentamos impresionantes efectos especiales y, sobre todo, acertijos que sirvieron como base para las probables hipótesis en torno al destino de los sobrevivientes del vuelo Oceanic 815. A lo anterior se agregaron los mejores elementos del cine de matinee y la herencia de productos audiovisuales del tipo “Twin Peaks” y “Los Archivos Secretos X”. Sin

“Lost” se basó en el clásico enfrentamiento entre el bien y el mal, pero a partir de los resultados que originan las decisiones morales que debemos tomar a diario, y que finalmente nos conducen por caminos que afectan la vida de otras personas. La isla no es más que la representación de la sobrevivencia y de la individualidad, que puede ser encarada sólo o de manera colectiva, si bien las grandes encrucijadas provienen de la voluntad de cada uno. La tristeza de Jack frente a la muerte de su padre, el anhelo enceguecido de Locke por ser especial, la relación de Benjamin Linus con el poder, los intentos de Sayid para omitir su pasado o la culpa constante de Kate fueron algunos de los íntimos instantes que nos entregó “Lost”. Lo interesante es que el interés de la serie se sustentó en los defectos de casi todos sus protagonistas en situaciones de extrema dificultad.

Cuando terminé de ver la última temporada de “Lost” en DVD (la mejor forma de ver una serie), y sin haber tomado atención de las noticias en torno al capítulo final, comprobé el impacto de un producto bien escrito y que seguramente se convertirá en una obra perdurable y referencial para el desarrollo de nuevos productos televisivos. Debo reconocer que también fue una experiencia con sentimiento a pérdida porque en el momento en que se reveló el gran secreto de la isla y el destino de sus protagonistas, aunque éste fuera acertado o no, sentí un tremendo pesar. Era la despedida de algunos personajes entrañables y, cabe decir, de un equipo de profesionales de primer nivel que con cariño y dedicación se dieron en cuerpo y alma para la realización de esta serie.
Metáforas, mitología, pistas, el humo negro, Jacob, viajes en el tiempo, miedos internos, la iniciativa Dharma, coincidencias, sueños, vidas paralelas son algunos de los brazos y piernas de “Lost”, pero su alma se encuentra en la nimiedad de cada día, único lugar en donde podemos aspirar a convertirnos en seres especiales. Quizá la emotividad de la serie se puede definir en el excelente trabajo del compositor Michael Giacchino, en particular en las piezas tituladas “Life and Death” y “Oceanic 815” del soundtrack de la primera temporada. Al escuchar las emotivas notas tocadas en un piano lograremos entender lo que es “Lost”: una serie que habla de personas que están perdidas no sólo en el plano terrenal, sino también a nivel emocional y existencial…probablemente como todos lo hemos estado y como seguramente lo volveremos a estar alguna vez.
Intérpretes: Matthew Fox, Josh Holloway, Terry O'Quinn, Michael Emerson, Evangeline Lilly, Henry Ian Cusick, Jorge García, Yunjin Kim, Daniel Dae Kim, Naveen Andrews, Dominic Monaghan, Elizabeth Mitchell, Harold Perrineau, Emilie de Ravin, Ken Leung, Jeremy Davies, Jeff Fahey, Nestor Carbonell.
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